La decadencia de la Mesta

En el siglo XVIII y a pesar de ser la centuria donde se alcanza el máximo desarrollo de la granjería trashumante, empiezan las señales que anunciaban el final de la Mesta y la decadencia de la ganadería trashumante de lanar. Un proceso que se produce en un periodo relativamente corto.

En este siglo, los ilustrados y los reformistas agrarios achacarán a La Mesta la situación de atraso del campo español. Por otro lado el crecimiento de la población demanda cada vez más productos agrarios y se hace necesario disponer de más tierras para el cultivo. Por otro lado los precios agrarios empiezan a subir, convirtiendo a la agricultura en un negocio mucho más rentable que en centurias anteriores. Empiezan a surgir presiones por liberar tierras que los trashumantes han estado gestionando gracias a sus privilegios.

Jovellanos. Uno de los ilustrados que atacaría con más dureza los privilegios mesteños.

Jovellanos. Uno de los ilustrados que atacaría con más dureza los privilegios mesteños.

La situación se precipita principios del siglo XIX. A la presión por la dedicación de más suelo para la producción agraria y a las ideas ilustradas y liberales contrarias a los privilegios se le unen otros factores. Curiosamente uno de estos factores, paradójicamente, será la gran demanda que hará que los ganaderos relajen sus prácticas y la lana empiece a perder calidad.

Por otro lado diferentes países empiezan a producir merino. Durante siglos y para proteger el mercado, la exportación de ovejas vivas había estado rigurosamente prohibida. Pero la Guerra de la Independencia cambiaría esta situación. Franceses e ingleses se llevarían como botín de guerra numerosos rebaños que, rápidamente fueron puestos a producir. Especialmente estos últimos prestarían una gran atención al tema tanto en las Islas Británicas como en sus colonias. En el mercado empieza a aparecer lana merina de otras procedencias (en ocasiones de mejor calidad incluso de las españolas) que harían perder el monopolio que hasta ese momento había ostentado nuestro país. La consecuencia fue una rápida bajada de los precios en los mercados internacionales.

La Cortes de Cádiz asestaron un duro golpe a la continuidad de la Mesta.

La Cortes de Cádiz asestaron un duro golpe a la continuidad de la Mesta.

Por otro lado las nuevas ideas liberales van imponiendo sus planteamientos en política. Las Cortes de Cádiz trabajaron intensamente para eliminar los privilegios mesteños. Aunque durante el reinado de Fernando VII se produjeron todavía intentos de mantener esos privilegios, la situación era irreversible. En 1836 desaparece la Mesta, siendo sustituida por la Asociación de Ganaderos del Reino (organización que todavía existe en la actualidad aunque de una manera casi testimonial), que mantendría en la práctica solo algunas funciones de vigilancia y control de las cañadas y la gestión del libro de marcas ganaderas.

Los grandes rebaños empieza a desaparecer y la actividad empieza una vertiginosa decadencia que se ha mantenido hasta nuestros días con una permanente pérdida de cabezas de ovejas trashumantes. Esta situación provocaría que en algunos lugares donde la trashumancia había sido prácticamente la única actividad, la población se viera obligada a emigrar a otras zonas, especialmente a América, donde muchos de ellos harían fortuna.